No siento nada, siempre pensé que sentiría algo extraño, pero Fidel Castro ya está oficialmente muerto y no siento nada.
Debe ser porque su daño seguirá vivo por generaciones. Su creación de seres sin orgullo y sin decoro le sobrevivirá por mucho tiempo.
Mentalidad que hace medio siglo atrás a fuerza de paredón le arrebataron la libertad durante la primera generación, la segunda generación ya desmoralizada se adaptó a agachar la cabeza y obedecer, y para la tercera generación son ahora ovejas bien amaestradas que condenan activamente al primo en el extranjero cuando no les envía lo que le piden, mientras aceptan servilmente las directrices de su propio gobierno que no les permite ser ellos quienes tengan la capacidad de regalar.
El comandante zombi en jefe se acaba de morir oficialmente, y millones de zombis plebeyos se han quedado a la deriva, no siento nada por ellos tampoco. Simplemente se ha sacado una ficha del tablero, una ficha que a estas alturas del juego ya no tenía importancia, pero el juego sigue, nada ha cambiado aún.