Desde niño en la escuela en Cuba me enseñaron que la relación entre Cuba y Estados Unidos era algo asi como un “David contra Goliat”.
Ahora la mayoría de los cubanos en la isla están aterrorizados con Trump, no porque éste vaya a ser rudo con la Revolución y sus amados líderes, sino porque temen que Trump complique su huida a Estados Unidos, y los que no quieren, o pueden irse temen que Trump complique la forma en que sus familiares y amigos los han estado manteniendo por años desde el norte.
Ese es el nivel de sumisión e indignidad a que ese tipo de sistema lleva a toda una sociedad después de tres generaciones. Con cabeza gacha apoyan a la «revolución» que los convirtió en ovejas, la revolución que internacionalmente se vende como el David que venció a Goliat, mientras que la realidad demuestra que a quien venció David fue a su propio pueblo, pueblo que ahora es un guiñapo, un despojo humano, un esperpento deforme que representa a una «revolución» arrastrándose a los pies de Goliat, un pueblo que se molesta con el familiar en Miami por no mandarle lo pedido pero le sigue el juego a las imposiciones de un gobierno que no le permite ser el quien esté en condiciones de regalar.