
Lo gracioso del caso es que hay altísimas posibilidades de que hace unos 15 años ese señor, desde su pequeña tienda de barrio, aplaudía muy alegremente a Chávez mientras éste expropiaba y nacionalizaba las grandes tiendas por departamentos y supermercados.
Muy pronto ni siquiera el negocio vacío será de él, porque le será confiscado por negarse a conseguir comida para el pueblo, y él pasará a ser un empleado del gobierno.
No es mi imaginación, ya sucedió en Cuba a principios de los 60’s.