Hace unos días supe que Francia se había convertido en el primer país del mundo en prohibir a los supermercados que tiren o destruyan la comida que queda sin vender, tienen que donarla a organizaciones de caridad y bancos de alimentos, y a quien no lo cumpla le esperan multas de hasta 75.000 euros o dos años de cárcel. ¿Qué justo y hermoso verdad?
Pero yo, que soy un poco suspicaz, no creo en hermosuras ni justezas, y mis dudas se incrementaron cuando leo que la medida fue impulsada por activistas que luchan contra la pobreza. ¡El caso es que esa medida aumenta la pobreza!
En los países ricos, gran parte de esas personas sin techo ni comida, (recalco que dije países ricos) están en esa situación por su propia decisión, desde problemas psiquiátricos hasta vagancia, el que vive esa vida a largo plazo (recalco que dije a largo plazo) es por su propia decisión, no por obligación. Asegurarles un aumento y seguridad de comida gratis ¿es luchar contra su pobreza o acostumbrarlos a ella?
Con este precedente muy pronto el próximo paso para un gobierno con alta conciencia social sería extenderle a cada pobre del país una “tarjeta de pobre” con la que cada restaurante estaría obligado a servirle un “menú de pobre”, menú que debido a las «leyes de igualdad», muy posiblemente tendrá que ser equivalente al plato más caro del lugar. Ese mismo día renuncio a mi trabajo y salgo corriendo con toda la familia a oKupar el primer puente o semáforo que aun esté disponible.
Nunca he comprendido por qué los políticos que «luchan contra la pobreza», terminan aumentándola, ¿y tú?