Ya van 31 senadores y 53 congresistas demócratas que dicen no irán a la inauguración del próximo presidente de Estados Unidos, la persona con quien tendrán que lidiar por los próximos 4 años.
Ellos saben que esa no es la forma correcta para ganar nuevos adeptos a su causa, pero también saben que la situación en que están no es para pensar en nuevos adeptos sino en mantener a los que le quedan.
Ellos tienen que darle a su base el circo que necesita, porque sino en las próximas elecciones ni sus madres votarán por ellos.