
Foto de un muy típico barrio en cualquier lugar de Cuba, pero no incluido en el tour «logros de la revolución».
Si ese terreno pasara a ser propiedad privada rápidamente se convertiría en confortable vivienda, o edificio de apartamentos, o vibrante centro comercial, o un poco de todo eso.
Pero gracias a muy revolucionarias reformas urbanas hace casi 60 años esas edificaciones pasaron a ser «propiedad del pueblo». Y tanto el dueño de la bodega que alquilaba la planta baja, como los inquilinos que alquilaban los apartamentos arriba aplaudían vigorosamente mientras que la revolución expropiaba el edificio y sus dueños huían hacia donde primero podian, sin ninguna compensación.
Pero ahora «el pueblo» ni siquiera es capaz de demoler esas ruinas antes de que le caigan en la cabeza a alguien, «el pueblo» ni siquiera es capaz de convertir el lote vacío en un simple parque con un árbol y un banco para sentarse.
El poder del individuo construye, el poder «del pueblo» destruye.