Nada hay más repugnante que el rebaño humano visto de cerca, el humano es un animal que agrupándose se desespiritualiza, lo único que queda en él es la bestia. Y la prueba viviente la estamos viendo durante estas protestas en Estados Unidos donde se demuestra que el odio gratuito y dogmático es parte de la mecánica en la construcción y mantenimiento de ese tipo de grupos.
Lo gracioso del caso es que esos seres violentos, impensantes y vociferantes que usan la extrema violencia para exigir su extraña versión de “justicia”, quieren cambiar al sistema que les da la libertad de poder hacer esos desmanes por otro que con también violencia les quitará esa libertad y toda justicia. Esos energúmenos no son tantos como parecen, pero si hacen mucha bulla y son amplificados benevolentemente por un 95% de los medios que son total y abiertamente anti Trump.
Esos que ahora están llevando a la práctica violenta su eterna indignación de niño que no le dan el juguete que pide, esos simples delincuentes comunes azuzados por mentes maquiavélicas, ambos amos y plebeyos piensan que ese caos derrocará a Trump, idiotas que no logran reconocer Trump comprende ese lenguaje y le sacará más provecho a ese caos que ellos mismos que lo están provocando.