
El problema es que cooperar y competir conviven pacíficamente, se nutren uno del otro, no se trata que tiene que ser el uno, o el otro. Precisamente los problemas nacen cuando los separan en dos partes irreconciliables.
Dentro de toda competencia también existe la cooperación, indirectamente las partes contendientes siempre se están comparando unas a otras para así saber qué tienen que mejorar y cambiar de su lado. El deseo de patentar un invento único da el ímpetu y la fuerza para crear ese invento, patente que será utilizada por otro individuo para crear algo mucho mejor, todo impulsado por la tan vilipendiada, pero natural y necesaria competencia dentro de la esencia humana con la que al final todos salimos ganando.
¿Cómo les va a esos países que amordazan o eliminan completamente la propiedad privada y todo es convertido a la fuerza en «cooperación igualitaria»?. Sí, es un gran salto evolutivo, retrocediendo.