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Una de las premisas más importantes del comunismo y de otras ideologías que se venden como diferentes pero buscan el mismo final, es que todos somos iguales. Esa es también la causa principal del desastroso final de esas ideologías cada vez que son practicadas, porque una vez en el poder, la única forma que tienen para demostrar esa «igualdad» es prisión y muerte para quienes «no sean iguales».

Todos somos muy diferentes como individuos, y también como idiosincrasias.

Revisando las opiniones de diferentes personas sobre su estadía en un hotel de Buenos Aires noté esto:

  • Prácticamente todos los Brasileños, y solo ellos, se quejaron sobre el café del desayuno.
  • Prácticamente todos los argentinos, y solo ellos, se quejaron de que no había bidet en los baños.
  • Prácticamente todos los estadounidenses, y solo ellos, se quejaron de que vasos y servilletas eran muy pequeños.

Me pregunto cuánto durará ese hotel en funcionamiento si un comunista con altos ideales de igualdad lo comienza a administrar.

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